Los pinares de Torrero fueron zona de esparcimiento de los zaragozanos en los siglos XVIII y XIX. La construcción del Canal Imperial de Aragón marcó la historia y el crecimiento de esta zona que a principios del siglo XX solo estaba conectada por el puente de América con la ciudad.
Sus primeros vecinos, trabajadores de las canteras de yeso, están presentes todavía hoy en una de las plazas más transitadas con el monumento al Cantero. Por sus calles circulaba un pequeño ferrocarril y por las aguas del canal navegaban barcazas, cargadas con productos agrícolas, que los fines de semana eran sustituidas por bonitas góndolas capitaneadas por la burguesía de la época. Ese es el origen de su apodo, “La pequeña Venecia”.